Entrenando la mente para ser feliz
Siguiendo con el post de días pasados en que escribía sobre la felicidad como el propósito de vida, llega el momento de continuar con el mismo tema, siguiendo el mismo libro de “El arte de la felicidad”, escrito por Howard C. Cutler luego de diferentes entrevistas y conversaciones mantenidas con el Dalai Lama. El artículo es un acercamiento filosófico, espiritual, de un modo de ver el mundo por personas comunes y corrientes, viviendo una vida equilibrada, armoniosa y en resumen, feliz.
Si bien los monjes tibetanos son budistas y se basan en sus propios preceptos religiosos, no es de mi interés abordar este tipo de creencias, no soy seguidor de su religión ni mucho menos pero sí me ha interesado su forma de pensar, tanto que me he motivado por acercarme a ellos y compartir personalmente una experiencia con seres humanos iguales a cualquiera pero que han levantado tanto interés en el mundo por algo tan sencillo como es buscar la felicidad como objetivo en la vida.
El Dalai Lama en el texto de Cutler, establece que todos tenemos igual derecho a ser felices e identifica unas “fuentes de felicidad”. Pero también dice cómo seguir un camino para lograrlo y esto es lo que produndizaremos en este post. Éste camino, está fundamentado en el poder mental. Dice el Dalai Lama, “no necesitamos más dinero, más éxito o fama, tampoco el cuerpo perfecto o la pareja perfecta en este momento; solo necesitamos la mente para llegar a la felicidad”. Este poder mental inicia con la búsqueda de la nobleza que hay dentro de cada quien, ver a los demás de una manera humilde, amable, abriendo las puertas a los demás con cada expresión o mirada, viéndolos iguales sin importar su condición particular en términos de ingresos o procedencia social.
La salud mental y la felicidad de una persona, están definidas por el Dalai Lama como, “el cultivo permanente de una mente compasiva y amable”. Esto se puede trabajar con diferentes cambios en la forma de ser y para esto, se debe controlar la mente, trabajando con ejercicios y de manera personal, con una buena dedicación de tiempo, como cualquier otro cambio en la vida que requiere paciencia. Adaptarse a cualquier cambio no es algo que se logre de un día para otro o en un abrir y cerrar de ojos.
El mismo Rodolfo Llinás (El cerebro y el mito del yo), neurocientífico colombiano y reconocido como el arquitecto número uno del cerebro en el mundo, establece que el cerebro puede modificar sus patrones de comportamiento, que no son más que nuevas relaciones entre las células nerviosas y neurotransmisores. Es decir, el comportamiento de un ser humano puede ser controlado por sí mismo. No depende de nadie más, solo de la persona que tome la decisión de ser feliz y esté dispuesta o dispuesto de lograrlo con dedicación y paciencia.
Así como en cualquier proceso de aprendizaje, se aprende a ser feliz a base de entrenamiento, transformando la mente para ser felices. Con base en ejercicios diarios, trabajando de manera consciente y persistente, se puede cambiar la forma de ver la vida. Todo es cuestión de decisión y tiempo. No se busca que nadie externo esté pendiente de los avances diarios, es un tema que se debe buscar y lograr de manera netamente personal. Es cada quien el que debe aprender a verse de manera diferente.
Cuando una persona comprende que cierto tipo de alimentación en exceso como la carne o las grasas, pueden poner en peligro la salud, mentalmente logra hacer que no le apetezcan. Alguien que busque proteger la vida de los animales, sabrá que comer atún puede ser dañino porque es una especie en vía de extinción y su caza es una de las más salvajes que existan, matando delfines y otros al mismo tiempo, entonces tampoco le apetecerá. O más fácil aún, alguien alérgico a las nueces, no sentirá deseos de comer. Todos son ejemplos de cómo se puede manipular la mente según apetezca.
Algo que va a servir mucho para lograr alcanzar la felicidad, es el aprendizaje y la educación. Entre mayor sea el nivel de lectura acerca de las fuentes de felicidad y las de sufrimiento, más alta será la posibilidad de llegar a un estado de felicidad. Comprender las fugas y las fuentes de energía será un ejercicio que también se da en el entorno intelectual. Para ser un buen médico se tiene que estudiar, para ser un buen ingeniero, se tiene que ejercitar la mente, lo mismo pasa para alcanzar la felicidad. Sin embargo se debe tener mucho cuidado con la arrogancia que puede generar una mente con conocimientos, puede incluso lograr un efecto contrario, dejando atrás la compasión y la humildad. En general se trata de buscar el equilibrio.
Cuando en días pasados visité un monasterio de monjes tibetanos en Shangri-La (Tíbet Histórico), pude ver la alegría en las sonrisas de sus habitantes, me encontré campesinos, comunidades indígenas y monjes, compartiendo con turistas, viajeros de todas partes del mundo atraídos unos por su religión y otros como yo, por su filosofía. La bondad de estas personas no es un invento. Pero tampoco es que sean que estén alegres todo el tiempo. Son seres humanos que nacen unos con carácter fuerte, otros con sentido del humor, unos tímidos y otros extrovertidos. Trabajan fuertemente en sus labores diarias, como obreros, pintores, maestros, cocineros, conductores, etc. Pero se nota que así estén de mal humor, hacen un esfuerzo por sonreír cuando un turista busca comunicarse con ellos de manera respetuosa. Ellos contagian su alegría y su felicidad por cada poro de su cuerpo, se comunican con una sonrisa o un gesto amable, así no hablen ni chino, ni inglés o mucho menos español. Hablan tibetano, lo cual hace aún más difícil comunicarse aunque uno que otro ha aprendido inglés en la India.
Los tibetanos son personas que han sufrido los abusos de la guerra, han sido atacados, heridos, asesinados. No es que sean personas ajenas a un mundo que pareciera que cada vez se torna más violento, al contrario, han sufrido mucho. Pero su mente es fuerte y a través de la meditación, buscan pensar que son seres afortunados en el mundo, que hay personas que han vivido y viven en peores situaciones, así que piensan en ello, en esta gente que sufre y se solidarizan, tienen compasión de ellos y esto los hace nobles y a la vez fuertes en su búsqueda de la felicidad.
Ahora, para terminar, unas conclusiones de parte del Dalai Lama:
A veces cuando me encuentro con viejos amigos, recuerdo lo rápido que pasa el tiempo y me hace pensar en si hemos o no aprovechado el tiempo de la mejor manera. La utilización del tiempo de manera adecuada es muy importante. Mientras tenemos este cuerpo y especialmente este grandioso cerebro, pienso que cada minuto es precioso. Nuestra existencia tiene más sentido cuando hay esperanza, así no se tenga certeza del futuro. No hay garantía de que mañana a esta misma hora estemos aquí. Sin embargo tenemos la esperanza de que así sea y vivimos el día a día como tal. Así que necesitamos hacer el mejor uso de nuestro tiempo; si puedes, sirve a otras personas, si no, al menos no le hagas daño a nadie. Pienso que ahí está la base de mi filosofía.
Entonces reflejemos lo que realmente tiene valor en la vida, lo que le da sentido y sentemos nuestras bases en eso. El propósito de la vida es ser positivos. No nacimos con el propósito de causar problemas o de hacer daño a otros. Para que nuestra vida tenga valor, pienso que tenemos que desarrollar cualidades humanas básicas: calidez humana, amabilidad, compasión. Entonces, nuestra vida tendrá más sentido, será más pacífica y al final, más feliz.
Jorge Bonilla
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